9 de septiembre de 2008

PUTA, MÁS QUE PUTA

Se me llena la boca al decirlo: ¡puta! ¡Puta! ¡Zorra! ¡Furcia! ¡Ramera! Y que conste que estoy empleando este lenguaje no para despreciar a las lumis que se ganan la vida como pueden, sino porque necesito recurrir a lo más tosco y basto de la lengua de Cervantes para definir a cierta persona (y mucho le concedo tildándola de tal).

Vayamos por partes. Creo que todos hemos conocido el caso de Jesús Neira, el profesor que intentó defender a una mujer de los malos tratos de su pareja. No sabéis cuánto admiro a este hombre. Es de una especie en peligro de extinción que antepone sus principios y su sentido de lo que es correcto a la indiferencia que tanto impera en esta sociedad. Al parecer Neira iba con su hijo de 13 años y paró a echar gasolina; fue entonces cuando vio el triste espectáculo de una mujer tirada en el suelo mientras su agresor, con el puño levantado, hacía ademán de volver a descargarlo. Y Jesús, como el ciudadano modelo que todos deberíamos ser y ninguno somos, intervino. ¿Cuántos de nosotros habríamos hecho lo mismo? ¿Le habríamos dicho a nuestro hijo "espera hijo, que ahora vengo"? ¿O más bien habríamos desviado la mirada, terminado de llenar el depósito y largarnos intentando olvidar lo que habíamos visto para no meternos en líos?

Pero no especulemos sobre lo que habríamos hecho o dejado de hacer y sigamos contando lo que hizo Jesús. Nuestro profesor obviamente increpó al australophitecus y éste, en su onda, respondió de forma chulesca y amenazante. Neira no se arredró, le echó dos cojones y volvió a interceder por la mujer. Ojo, sólo con palabras. Dialogando. Por desgracia el final de la historia nos demuestra que la pluma no es más poderosa que la espada. Porque el bastardo, el desgraciado, ese subhumano que estaba apalizando a su pareja se rev0lvió como la bestia que es y comenzó a golpear a Jesús. ¿Y los presentes? Hatajo de cobardes. En un mundo más justo todos los que vieron el espectáculo se habrían lanzado y habrían colgado de las partes berrendas a la bestia parda de la farola más cercana. Con vuestro permiso voy a terminar de contar la historia, porque la ira viene a mí al recordar todo esto. Sólo resta decir que se detuvo finalmente a Antonio P. R. (el hideputa en cuestión) y Neira, al cabo de unos días entró en coma, posible negligencia médica mediante, que en camisas de once varas ya no me meto. ¿Y qué hizo la débil mujer? ¿Acaso escribió una carta de agradecimiento a los familiares de Jesús Neira? ¿Habló en los medios animando a otras mujeres en su misma situación para que luchen y no sean simples seres pasivos? No. Por supuesto que no. La muy zorra defiende a su maltratador. La muy puta suelta perlas como "No creo que Jesús Neira sea un héroe" o "No debió insultar a mi novio" y cobra cheques de 72000 napos por poner a parir a un hombre (sí, maldita zorra, Neira es un auténtico hombre, y no el pichafloja que tienes tú) que está luchando por su vida por defender a una puta cucaracha.

Vergonzoso. Vergonzoso. Vergonzoso. Tres veces vergonzoso. Y esta miseria humana, esta inmundicia del género humano, esta puta zorra farisea donde las haya sigue en libertad. No es delito cagarte en la madre del tío que te salvó de sufrir las del pulpo. Me gustaría creer que la vida nos pone a todos en nuestro sitio, pero está claro que no. Por lo que a mí respecta, sólo espero cruzarme a esta desgraciada y terminar lo que empezó su novio. Es más, si está él delante, lo mismo nos podemos repartir el trabajo: el ojo izquierdo para mí y para tí el derecho Antonio. Dale caña. Mira qué hermosura de chorros de sangre. Y dejarla tirada en el suelo, a ver si en sus últimos estertores comprende lo que hizo Neira por ella. Aquí os dejo la foto de esta ramera. Haced como yo. Si la veis, por favor, concededle algo de justicia a un hombre que agoniza luchando por su vida por defender a un ser que merece estar bajo dos metros de tierra y terminad lo que el bestia de su novio empezó.



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